Crítica del Capitán Harlock

La ñoña e insípida Anne Igartiburu vive divinamente en Marina d’Or, inmersa en sus termas y sus baños de gresite de colorines, cuando un día decide abandonar este complejo autárquico para desarrollarse como artista y encontrarse a sí misma. Pero pronto se verá envuelta en un ambiente alternativo superguay (donde no podía faltar Bebe, por supuesto) que, como no podía ser de otra manera, terminará afectando a su equilibrio emocional (continuación)